y más que caminar, tropezaba.
Mira que te quería, y te quiero,
pero la cuerda estaba floja y yo sin equilibrio.
Nuestros latidos resonaban en mi cabeza
y tu silencio en el aire.
Qué putada esa de no tener una palabra
para quien las había captado todas.
Ahora todo se vuelve serio, negro,
y yo reacia hacia un futuro incierto.
Aunque es cierto que me lo esperaba.
¿El qué? No precisamente tu ida,
huida de mi vida, descuidando el no hacer daños.
Quizás ahí tienes el problema.
O mi dilema...
Volviste prometiendo y asegurando
el no volver a irte,
y te vas.
Ya no tengo claro siquiera
a quien le dedico esto.
Pensé que por fin no sería una cualquiera...
Y ahora me doy cuenta que nunca dejé de serlo.
Quiero seguir escribiendo y evitar rayarme sola,
quiero que me escribas y temblar de ira y emoción contenida.
Quiero que me quieras, si es que sabes quererme, como decías...
Quiero... quiero no estar enamorada, no amar a nadie, ir más a mi bola.
Vale, quiero muchas cosas.
Demasiadas.
De las cuales sé que ni una va a cumplirse, por idiota.
Por no ver a la primera que quien me quiere se queda cerca.
Por intentar fingir que todo va bien
cuando mi mundo tiembla,
soy una metáfora perdida,
soy una romántica suicida.
Ne.